La boda del siglo XXI, de los futuros Guillermo V y Catalina VI

Con este enlace, se hizo la culminación de un cuento, que comenzó ocho años antes cuando se conocieron  en el campus de St. Andrews. Desde las 9 de mañana, los 1900 invitados, más de 40 representantes de casas reales de todo el mundo, comenzaron a llegar a la Abadía de Westminster, cuya nave central había sido engalanada con ocho árboles de 20metros de altura, algo que llamo enormemente la atención a muchos de los presentes. Eran  seis arces y dos ojaranzos, junto a las flores procedentes del bosque del Valley Gardens, en Windsor Great Park, y unas espectaculares cascadas de glicinas y lilas, con flores blancas que hacían juego estupendamente con las del ramo de la novia.
El novio salio a las 11:10 de Clarence House, residencia de su padre, en compañía de su hermano, quién ejercía de padrino. Llevaba el uniforme de coronel de la Guardia irlandesa (con casaca roja símbolo de la máxima autoridad militar), mientras que su hermano se vistió con el uniforme de su nuevo rango de capitán de la caballería Blues and Royals de la Guardia Real.

Kate, salió del hotel Goring, a las 11:50min., donde paso su última noche de soltera. Las campanas del Big Ben anunciaron la llegada de la novia con padre, Michael y se pudo ver el secreto mejor guardado, la elegida fue Sarah Burton, responsable de la firma británica Alexander McQueen, un diseño clásico y lleno de tradición. De color blanco y marfil, bordado totalmente a mano con satén, con escote corazón, encaje en las mangas,  la falda  con volumen, y cola de 2,70 metros,  El encaje de las mangas y el escote, parte Chantilly francés y parte Cluny inglés, así como el bordado de la falda, fueron realizados a mano y representaban las flores nacionales: la rosa inglesa , al cardo escocés, el narciso galés y el trébol irlandés. La parte trasera lleva los botones forrados en organza y estaba sujeta por lazos. El corpiño de satén siguió la tradición victoriana de corsetería: estrecho en la cintura y acolchado en las caderas.  El velo, hecho de capas en tul de seda color marfil con ribete de flores bordadas a mano, estaba prendido a la tiara. Los zapatos también habían sido bordados a mano. En cuanto a las joyas , se quiso hacer un recuerdo a las dos familias, pues lucia su anillo de pedida, que había pertenecido a la princesa Diana; una tiara de Cartier de 1936, que el bisabuelo de Guillermo, Jorge VI, le había regalado a la reina madre y ésta se la regaló a la actual reina con motivo de su 18 cumpleaños;  y unos pendientes de diamantes, obsequio de sus padres, que fueron diseñados a juego con la diadema y que son unas hojas de roble engarzadas de diamantes y una bellota, que es uno de los  signos del escudo de armas de los Middleton. Como curiosidad, entre las flores de su ramo, destacaba una llamada “Dulce Guillermo”, Además incluyó lirios (símbolo de la vuelta a la felicidad), jacinto (constancia del amor), hiedra (fidelidad y amistad) y mirto (emblema del matrimonio).

Llegó en un Rolls Royce Phantom VI, su hermana Pippa, se puso detrás de ella junto a los seis pequeños pajes y damitas, escogidos entre los hijos y nietos de familiares y amigos. A las 11:55, hacia su entrada de la mano de su padre, Kate caminó hacia el altar con paso lento pero seguro, los 73metros de pasillo,  mientras el novio salía de la sacristía y la espero mirando hacia el altar. Su hermano, Harry, fue su confidente. La ceremonia la oficiaron el arzobispo de Canterbury y el obispo de Londres. Tal y como habían contado no hubo intercambios de anillos y sólo el príncipe le puso a su novia la alianza realizada en oro  de las minas de Gales que se resistía a entrar en el dedo anular de la mano izquierda de a nueva duquesa de Cambridge, título que les otorgo la reina,  junto al de condes de Stratheearn y barones de Carrickfergus..

A su salida de la abadía, como recién casados, más de un millón de personas les esperaban en la calle para aclamarles en su paseo hacia Buckingham, iban en el mismo carruaje que utilizaron Carlos y Diana en su boda en 1981, donde salieron al balcón a saludar y besarse en dos ocasiones. Después de la recepción, los novios salieron de Buckingham en un Aston Martin, propiedad del príncipe Carlos,  descapotable adornado con divertidos globos  y una matrícula en la que ponía “Recién Casados”, que Guillermo conducía escoltado desde el aire por un helicóptero de su propio escuadrón. Fue la imagen más divertida. La pareja descanso un rato, se cambiaron  de ropa para la noche regresar a palacio y disfrutar de la cena que Carlos ofreció a los 300 invitados más íntimos.

Letizia dejó bien alto el listón de la elegancia con un traje de manga francesa con transparencias en rosa terracota inspirado en los años 20 y firmado por uno de sus diseñadores preferidos, Felipe Varela. Como complemento, algo que nunca había llevado, sombrero de paja de Italia con tul y plumas de faisán, firmado por Pablo y Mayaya, muy adecuado para el tipo de boda a la que estaba asistiendo. Por su parte, la Reina, lució un traje chaqueta de Margarita Nuez, en tonos malva con flores aplicadas y un discreto tocado. El príncipe, uniforme de gala de capitán de fragata del ejército de Marina.

Montse Carreño, 29 de Abril de 2011.