La Duquesa de Alba casada y muy flamenca.

Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, XVII duque de Alba, eligió a Pedro Luis Martínez de Irujo y Artazcoz, como marido a la medida para su querida y única hija, María del Rosario Cayetana. Ella tenía 21 años cuando contrajo matrimonio acatando la voluntad de su autoritario padre. El enlace disipó su adolescente ilusión por el torero sevillano Pepe Luis Vázquez Garcés.

Como no podía ser de otra manera, la boda, celebrada el 12 de octubre de 1947 en la catedral de Sevilla, fue fastuosa y, según se comentó, costó 20 millones de pesetas, verdadera fortuna para la época

Como Duque de Alba consorte, Luis Martínez de Irujo asumió su papel y, en los 25 años que duró su matrimonio, dejó el protagonismo social a su esposa, con quién tuvo seis hijos: Carlos (1948), duque de Huéscar; Alfonso (1950), duque de Aliaga; Jacobo (1954), conde de Siruela; Fernando (1959), marqués de San Vicente del Barco; Cayetano (1963), conde de Salvatierra; y Eugenia (1968), duquesa de Montoro.

La salud del Duque de Alba sufrió un grave revés cuando le diagnosticaron la leucemia que acabó con su vida el 6 de junio de 1972, en una clínica de Houston. Cayetana se quedó viuda con 46 años.

Después de un discretísimo noviazgo, volvió a contraer matrimonio el 18 de marzo de 1978 en la capilla del Palacio de Liria. La noticia de que la Duquesa, con 52 años, se había casado con un ex jesuita ocho años menor, fue un signo evidente de que las cosas estaban cambiando mucho en la España postfranquista.

Su unión, que duró 23 años, se truncó cuando al Duque le descubrieron un carcinoma de faringe, que le causó la muerte el 11 de mayo de 2001. Ese día, Cayetana estaba en Sevilla para entregar un premio a Curro Romero, y no pudo despedirse del hombre que la había hecho sentirse “muy feliz como mujer”.

Con su actual marido se conocieron un día que junto a su hermano fue al Palacio para ver unas obras de arte, allí vio a la mujer que le robo el corazón, pero no se volvieron a ver hasta el año 2008 cuando coincidieron en la puerta de un cine. Alfonso ha esperado 30 años para conseguir a la mujer que le impactó y ha querido demostrar que no es un “cazafortunas”, con su renuncia a los bienes y derechos que le corresponderían como Duque de Alba ha dejado patente que es amor verdadero. Él le devolvió la felicidad y la operación en 2009, donde le implantaron una válvula para mejorar la hidrocefalia y la isquemia cerebral que padece, ha hecho que se celebre una boda de la aristócrata con más títulos nobiliarios del mundo, con felicidad y como ella quería, rodeada por sus hijos y sus amigos más íntimos, en una ceremonia sencilla, marcada por la alegría y el sabor andaluz.

Fue una boda religiosa, con las ausencias de dos de los hijos, Jacobo (enfadado con su madre por insultar a su esposa) y  Eugenia (enferma de varicela), la nota de alegría fue el cantó de la Salve Rociera. Después los recién casados salieron a saludar a las puertas del Palacio de Dueñas, donde se encontraban cientos de sevillanos. Sentía tanto amor que quiso lanzar su ramo de novia al pueblo, y ellos le cantaron una rumba, la Duquesa sin pensarlo se puso a bailar, mientras su esposo la contemplaba. Se retiraron al Palacio para seguir la fiesta con sus invitados, entre los que se encontraban,  los diseñadores del traje, Victorio & Lucchino, Carmen Tello, madrina del novio con una espectacular mantilla, de color marfil, adornada con un lazo y una flor, como se estilaba en Sevilla en el siglo XVIII por expreso deseo de la novia, Curro Romero, su exnuera Mª Eugenia Fernández de Castro, Francisco Rivera, Cayetano Rivera con su novia Eva González y Genoveva Casanova.

Montse Carreño,  5 de Octubre de 2011.