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Les Belles de Nina

Les Belles de Nina

Desde 1932 la casa Nina Ricci viste a las mujeres de alta costura y crea perfumes. Un lugar donde cada creación es el relato de una emoción.Encanrna lo más íntimo, la magia del instante, sus deseos y los tiempos actuales. Nada hay más novelesco que la vida misma. Ligereza, instinto, sensualidad. La belleza sin artificio y la feminidad como estandarte.

Es un perfume de curvas exquisitas y notas deliciosas, donde fluyen las risas y los estremecimientos de las jovencitas. Un perfume sin igual, pensado para las exploradoras de la vida. Tribu de mujeres en ciernes, miríada de jovencitas rebosantes de promesas, proyectan el aura y la energía de la juventud, se resisten a las figuras impuestas, miran hacia el horizonte, abiertas hacia lo desconocido. Plurales, enternecedoras, imprevisibles. Libres, vivaces, cautivadoras. Viven la vida como si se comieran una manzana. Nina y Luna. Más fuertes si van juntas. Aliadas en un reconocimiento tácito, un vínculo indestructible que va más allá de las palabras. Con la única excepción quizá de ‘Les Belles de Nina’.

Se lanza a la aventura gracias a Frida, su mejor amiga. Son inseparables pero distintas una de pelo castaño y ojos azul verdosos, mientras que la otra es rubia con ojos azul grisáceos pero saben que están hechas la una para la otra. Una amistad que se inicia al margen de las pasarelas, en plena adolescencia, y que se mantiene férrea. Jac y Frida viven al unísono una vida plasmada en Instagram y llegan incluso a unir sus nombres: #Frigaciak sella su amistad. Al final del cuento, Jac será Luna. Misteriosa. Decidida. Impetuosa. Sensual. Casi mujer.

Esto no es un sueño. En Nina, encuentra a su aliada, su reflejo en el espejo. Un vínculo instintivo, fuerte, auténtico.

Para ‘Les Belles de Nina’, Gordon von Steiner crea una aventura cinematográfica interpretada por las inseparables Frida Gustavsson y Jac Jagaciak. En un lugar impregnado de azul con reflejos dorados y plateados, que se navega entre el día y la noche. No es un sueño, es el espejo de un mundo que se inventa, toma forma y crece por obra de dos. Dos chicas que se cruzan, se descubren, se unen y se impulsan. A su lado, su animal totémico vela por ellas. El búho nival y el lobo gris. En el laberinto de la vida, se reconocen con una certeza gozosa y se familiarizan. Todo murmullo apunta a que ahora serán inseparables y el viento se encarga de propagar la noticia. Dos nombres se entrelazan. Nina, Luna. Luna, Nina.

¿Quién morderá la manzana? Que apuesta por un acorde de caramelo y flor siempreviva, una fragancia floral amaderada y golosa. Los ingredientes, irresistibles, nos revelan lo mejor de sí mismos. Se apoderan de los sentidos. La exquisitez adopta, en cierto modo, reflejos azulados.

Las notas de salida cautivan. Dúo embriagador. Jugosas y luminosas. La flor de azahar y las bayas silvestres se compenetran.

El corazón se abre de par en par. Noble y orgullosa, la flor siempreviva blanca se embriaga de caramelo. Una experiencia nueva, una adicción extravagante. Notas sutilmente torrefactas y acentos melosos. Acto seguido, será la vainilla carnal la que intrigue a la madera de sándalo. Sensualidad vibrante e insolente.

Luna es una fragancia audaz, intensa y misteriosa imaginada por el dúo compuesto por Christophe Raynaud y Marie Salamagne. En un eco a Nina, creación del Maestro perfumista Olivier Cresp en 2006, este tándem sutil y complementario firma el nuevo capítulo de la delicia.

Un frasco de una vibrante intensidad que se nutre de la historia de la casa Nina Ricci. Digna heredera de Fille d’Eve, reinterpretación contemporánea del frasco diseñado por la casa Lalique en 1952.

Una manzana magnética, de reflejos azulados y nocturnos. Una cinta de cuero ciñe con delicadeza el cuello, mientras que dos hojas doradas, trémulas e invitadoras, anuncian bellas promesas. Posee el misterio de un sueño iniciático. Un frasco dedicado a Luna, sus enigmas, su juventud, su impaciencia. El color de sus deseos. Junto con Nina.

Apostar por un acorde de manzana de amor, una fragancia floral, afrutada y golosa. Los ingredientes, delicados, nos revelan lo mejor de sí mismos. E incitan a los sentidos. La delicia es tentadora. Las notas de salida cautivan. La gracia explota fulgurante en una espiral de cítricos. El limón de Calabria y la lima de Caipirinha se funden en un abrazo de frescor.

El corazón nos muestra su doble faceta. La gardenia untuosa se envuelve en un velo delicioso de manzana de amor. Acto seguido, es la madera de cedro la que envuelve a los acariciantes almizcles blancos. Sensualidad delicada y radiante.

Nina es una fragancia luminosa, chispeante y sensual, creada por el Maestro perfumista Olivier Cresp. La delicia de las jóvenes desde 2006, una historia de amor que dura ya 10 años. La edad perfecta para encontrar a la amiga inseparable.

Una manzana irresistible de rubor transparente. Tres hojas plateadas realzan las curvas engañosamente ingenuas y encarnan la promesa de devorar la vida. Un frasco hecho para Nina, sus delicias, su juventud, su impaciencia. El color de sus sueños. De la mano con Luna.

Montse Carreño, 09-Junio-2016

  • 09JUNIO2016 Les Belles de Nina.
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