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Nueva fragancia de la colección 212 de Carolina Herrera: 212 I Love NY

Nueva fragancia de la colección 212 de Carolina Herrera: 212 I Love NY

Carolina Herrera celebra la belleza y la energía de la ciudad más vibrante del mundo con 212 I Love NY, una nueva edición limitada de las dos fragancias estrella de la colección 212.

¿A quién no le encanta Nueva York? A Carolina Herrera, desde luego, le apasiona. En la Gran Manzana comenzó la leyenda de la marca y a ella ha estado ligada desde entonces. La nueva edición limitada de fragancias 212 I Love New York ha sido concebida como un canto de amor a la faceta más vibrante, energética y joven de su ciudad favorita, que lleva siendo el leit motiv de la colección 212 desde su creación a mediados de los años noventa. “Aquel fue mi primer proyecto de perfumería, y quise encapsular el espíritu indómito, creativo y libérrimo de la juventud de Nueva York”, explica Carolina A. Herrera, directora creativa de fragancias de Carolina Herrera. “Una ciudad de artistas, de emprendedores, de poetas, de skaters, de gente elegante y sofisticada en el verdadero sentido de la palabra”.

Ahora,  este idilio da un paso más allá con una nueva edición limitada, 212 I Love NY, que retoma y rinde homenaje a uno de los emblemas de la ciudad que nunca duerme: el logo I Love NY, creado por Milton Glaser en 1977 y convertido desde entonces en un auténtico icono que ha dejado su huella en el diseño gráfico, la moda y el arte. La edición limitada presenta dos nuevas versiones de las fragancias más emblemáticas de la línea, 212 VIP Rosé y 212 VIP Black, con notas olfativas inéditas y nuevos frascos que muestran la faceta más brillante de este clásico del diseño.

Algo cambió para siempre en el mundo del diseño cuando Milton Glaser (Nueva York, 1929-2020), el legendario diseñador gráfico, ideó a mediados de los setenta un singular logo que encapsulaba la fascinación por una ciudad incomparable. Era casi un jeroglífico, un anagrama fascinante que se adelantó varias décadas a la inmediatez comunicativa de los emoticonos que han transformado nuestro modo de expresarnos. Como él mismo solía decir, “Ante un diseño hay tres respuestas posibles: sí, no y ¡WOW! Y yo aspiro a esta última”. Desde luego, lo logró. Gracias a esa eficacia, se convirtió en un emblema de forma instantánea, una marca registrada que ha sabido mantener su esencia mediante colaboraciones con el mundo de la moda, el diseño, el arte y, por supuesto, el merchandising convertido en objeto de deseo.

Aquella revolución tuvo lugar en 1977, que no es una fecha cualquiera. El glorioso Nueva York de los setenta, el que vio la Factory de Warhol y Studio 54, la eclosión de la contracultura y el crecimiento de la moda más excesiva y fabulosa de su tiempo, fue el mismo en el que Carolina Herrera dio sus primeros pasos como una mujer de elegancia extraordinaria y, a partir de 1981, como una prodigiosa diseñadora de moda.

Cuando Carolina A. Herrera llegó al mundo de la perfumería a mediados de los noventa, lo primero que hizo fue diseñar una fragancia que representara el cambio generacional: Nueva York seguía siendo una ciudad fascinante, pero de un modo distinto. A punto de entrar en el siglo XXI, la juventud había impuesto sus propias reglas con nuevos lenguajes como el skate, el hip hop, la música electrónica o un sentido libre y desprejuiciado de la moda. “En cierto modo, en mi búsqueda de una cultura de diseño eficaz y radicalmente moderna, me seducía mucho aquel logo que veía sin cesar por todas partes”, explica Carolina A. Herrera. “El logo de Milton Glaser es una obra maestra del diseño y una lección de branding contemporáneo que debería aparecer en los diccionarios junto a la palabra icónico. Como creadora, estoy convencida de que el mayor triunfo es una obra que no requiera explicaciones ni notas al pie, y Glaser lo consiguió”.

La nueva edición limitada I Love NY de Carolina Herrera presenta dos nuevas interpretaciones de las dos fragancias estrella de la colección 212. 212 VIP Rosé I Love NY, la fantasía frizzante para mujer, incorpora matices cremosos y especiados en un giro sorprendente. Sus creadoras, el dúo intergeneracional de perfumistas formado por Emilie Coppermann y Marine Ipert, lo han descrito como “Musky latte”, algo así como el complemento perfecto para esas mujeres de armas tomar que afrontan un día en Nueva York con un latte en la mano y un par de fabulosos stilettos… ¿o quizás sneakers? Las reglas son para romperlas, y esta fragancia aporta suavidad cremosa y dulzura a la explosión floral de 212 VIP Rosé.

Las sorpresas no acaban aquí: en las notas de salida, junto a la bergamota y el albaricoque, está el Tiramisone, una sorprendente molécula registrada que potencia la faceta más golosa de los frutos rojos con ecos de chocolate. El corazón, con madera de salvia, jazmín egipcio de temporada y freesia, potencia la nobleza floral y romántica del perfume, que desemboca en un bouquet de notas de fondo protagonizado por un extraordinario almizcle de matices lechosos. El pachulí de Indonesia y el extracto de granos de café regalan un último punch a la fórmula. En el frasco, el corazón de Milton Glaser deslumbra con un acabado de purpurina, todo un homenaje a la ciudad que inventó el glam.

A su vez, 212 VIP Black I Love NY propone una interpretación del clásico masculino más nocturno y canalla de Carolina Herrera que, en esta ocasión, aspira a ser como un shot de café que permite seguir el ritmo a la ciudad que nunca duerme.

En este fougère aromático y gourmand el pistoletazo de salida viene dado por una aleación de cítricos, cardamomo y pimienta negra que dan paso a un corazón de notas aromáticas –lavanda, romero– con la irrupción especiada de la canela y un invitado muy especial: un acorde de absenta que sirve como preámbulo para un fondo almizclado que se funde con la piel y potencia ese lado sexy y canalla que todo hombre lleva dentro. Un poco de clasicismo –vetiver procedente de fuentes sostenibles y certificadas por LMR Naturals, la sección de ingredientes orgánicos de los laboratorios IFF–, un toque animal –ante–, un inesperado giro de dulzor –vainilla negra– y acordes de café certifican la pirueta. Y el corazón que luce el frasco es, en esta ocasión, metalizado.

Hay más: ambas fragancias son 100% veganas e incorporan además ingredientes certificados de origen sostenible. Los frascos replican la silueta de los envases de sus predecesoras, pero con nuevos matices cromáticos. Para ella, un blanco reluciente que recorre todo el frasco, con el logo de la colaboración en rosa metalizado y purpurina roja en el corazón. Para él, lacado en negro, logo plateado y corazón metalizado en rojo. En ambos casos, la tipografía remite al emblemático logo original de I Love NY, en un homenaje a la ciudad más amada del mundo.

Montse Carreño, Febrero-2023