Se culmina la rehabilitación de La Rotonda
La torre Andreu, conocida popularmente como La Rotonda, nace en el siglo XX. En 1900, el empresario farmacéutico Salvador Andreu Grau pidió permiso al Ayuntamiento de Barcelona para construir una caseta en la esquina de lo que entonces eran el paseo de la Diputación Provincial (actualmente paseo de Sant Gervasi) y la calle de Riego (ahora avenida del Tibidabo).
Los terrenos habían pertenecido a la viña llamada Can Gomis o El Frare Blanc, que se extendía desde el paseo de Sant Gervasi hasta la cima del Tibidabo, y que la familia Parés Gayol había vendido a la sociedad anónima El Tibidabo por 250.000 pesetas.
Los planos fueron firmados por el arquitecto Adolf Ruiz Casamitjana para servir como viviendas. Se cree, según los planos presentados posteriormente a 1906 por el mismo arquitecto, que será en este momento cuando ya se proyectará realmente el hotel de La Rotonda, un edificio en forma de L con dos cuerpos rectangulares formando ángulos de 45 grados para articularse con otro cilíndrico rematado con una loggia o rotonda (elemento arquitectónico que lo ha identificado a lo largo de los años).
Un hecho muy curioso, según los planos de este primer proyecto, se pensaba hacer una especie de teatro o sala de espectáculos para el hotel. Este equipamiento, sin embargo, no se realizó finalmente.
Hacia el año 1910, La Rotonda ya era un edificio representativo y lujoso en los terrenos finales del Ensanche barcelonés y en la falda de la montaña del Tibidabo. Destacó la decoración modernista de las fachadas, a base de pináculos y mosaicos de temática lúdica y deportiva. El templete con la cúpula intensamente decorada a base de mosaicos, cerámicas, flores y esculturas zoomorfas es obra del gran ceramista Lluís Bru i Salellas, que fue uno de los artesanos colaboradores habituales del arquitecto Lluís Domènech i Montaner. La influencia de este último en el maestro ceramista es evidente. El ejemplo más claro lo encontramos en la cúpula o templete del edificio Casa Lleó i Morera, también de Domènech, y con trabajos cerámicos de Luis Moreno.
En 1918, su propietario, Salvador Andreu, pidió una nueva autorización para hacer una ampliación de La Rotonda. El arquitecto responsable de esta segunda operación fue Enric Sagnier i Villavecchia.
A pesar de que el edificio mantendrá la misma altura que el original, es decir, planta semisótano y tres plantas, el aspecto sería diferente al original. La nueva decoración no sería de estilo modernista, sino mucho más simple. Se podría decir que este anexo correspondería ya a un estilo novecentista.
Durante este periodo, nace el Hotel Metropolitan. Posteriormente se alternó con una clínica, pero tuvieron que hacerse unas transformaciones durante los años 1951 a 1953, lo que hizo que se dañara cada vez más el estilo artístico y arquitectónico del edificio original. Se suprimieron elementos decorativos modernitas de la fachada, que perdió todo su coronamiento a base de pináculos para dejar paso a la edificación de dos nuevos pisos en altura. El arquitecto responsable será Josep M. Sagnier Vidal.
A finales de los años 60, el hotel entra en decadencia y se convierte en la clínica Rabassa. En 1975 estuvieron a punto de derribarlo, pero en octubre de 1976 lo declararon Monumento Histórico-Artístico con carácter local en la ciudad de Barcelona. Las partes protegidas del edificio son la fachada de la calle y el templete-mirador del edificio original en L, es decir, el construido en 1906 por Adolf Ruiz Casamitjana. En los años 80 se convertiría en una clínica de enfermos terminales de la Fundación Sociosanitaria de Barcelona.
Barcelona inicia durante los años 90, a raíz de los juegos olímpicos de 1992 la campaña Barcelona, posa’t guapa!. Gracias a esta campaña, La Rotonda, como uno de los edificios singulares de la ciudad, se beneficia de una de estas restauraciones de fachada. En 1999 lo adquirió el Grupo Núnez y Navarro quién ha invertido seis años de trabajo en la rehabilitación de la fachada y el templete modernista, por lo que un siglo después La Rotonda recupera su aspecto modernista original.
Tienen previsto que en septiembre finalice completamente la adecuación del edificio, que se destinará a oficinas, locales comerciales y aparcamientos. En esta etapa se han encargado Alfredo Arribas Arquitectos de apostar por la máxima recuperación posible del exterior e interior del edificio original. Teniendo en cuenta la relevancia histórica del edificio, Nuñez y Navarro ha velado por conservar todos y cada uno de los elementos existentes que tienen un carácter representativo que pertenezca o se pueda vincular armónicamente al edificio original modernista.
Txell Jubany, gestora cultural, apuntó “La intervención supone retornar al edificio su aspecto original modernista, es decir, el planeado inicialmente por Adolf Ruiz Casamitjana a partir del encargo del doctor Andreu. Barcelona recupera para las próximas generaciones una joya histórica símbolo de la ciudad”.
Por fin, sacaron las lonas que cubrían las obras, y La Rotonda vuelve a dominar el cruce de Sant Gervasi con avenida del Tibidabo.
Montse Carreño, 07-Julio-2016
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